José Santos León, los números sorprendentes del maestro
Su campaña en USA
ENTREVISTAS


La escuela de jinetes chilenos siempre ha sido reconocida en el continente. Chile se consolidó como exportador de profesionales que dejaron huella en la hípica americana. En el siglo pasado, nuestro país contaba con dos o tres jinetes de nivel por nación, no solo compitiendo, sino dominando con claridad. Un destacado periodista argentino llegó a escribir que Eduardo Jara había sido el jinete extranjero más importante en la historia del turf trasandino, lo que dimensiona la magnitud de su mensaje si recordamos al legendario Irineo Leguisamo, el jockey uruguayo.
Juan Francisco Marchant, por su parte, batía récords en Brasil, al punto de que se instauró la idea de que el jockey chileno era el mejor en la historia de ese país. La lista de jinetes nacionales que dictaron cátedra en Sudamérica es extensa, y al situar a José Santos León en la hípica más desarrollada del planeta, solo cabe recurrir a frases grandilocuentes: su historia obliga a pasar de la prosa a la poesía.
Los éxitos de Santos en Estados Unidos sorprenden aún más con el paso del tiempo. La revista The BloodHorse, fundada en 1916 y considerada la publicación más influyente en la industria del Pura Sangre, lo reconoció como el mejor jinete de la década de los 80.
Su historia en Norteamérica comenzó el 11 de enero de 1984, en Hialeah Park. Ese día llegó cuarto con No Plan. Tras varios segundos lugares, logró su primera victoria el 16 de marzo en Gulfstream Park, con Bravo Second.
Su trayectoria fue de casi 23 años: debutó en 1984 y su última carrera fue una lamentable rodada con For A Player el 1 de febrero de 2007 en Aqueduct. Las cifras finales hablan por sí solas: 25.926 carreras corridas, 4.083 victorias, 3.657 segundos lugares y 3.588 terceros, acumulando 187.245.727 dólares en premios. Su porcentaje ganador fue del 16% y alcanzó un 44% de figuraciones.
Santos fue el primer jinete en superar los 15 millones de dólares en recaudación anual. Ganó el Belmont Stakes en 1999 con Lemon Drop Kid y, en 2003, el Derby de Kentucky y el Preakness Stakes con Funny Cide, completando por separado dos tercios de la Triple Corona estadounidense.
El 29 de mayo de 2007 ingresó al Salón de la Fama, siendo el primer chileno en alcanzar ese honor. Ese mismo año fue nombrado Hijo Ilustre de Nueva York, logros que marcaron un hito para el turf chileno en tiempos de gran difusión mediática.
Su última visita a Chile fue en octubre de 2023, junto a una delegación de jinetes de fama mundial retirados. La gira se extendió porque todos los hipódromos quisieron contar con ellos. Santos mostró una enorme disposición: atendió a todos los medios, grandes y pequeños, con la misma dedicación. Lo primero que dijo al concedernos esta entrevista, evocando su origen humilde en la Octava Región y su consagración como el deportista mejor pagado de Estados Unidos a fines de los 80, fue:
“Mira, empecé el 24 de octubre del 76 en mi querido Hipódromo de Concepción. Logré mi primera victoria con Sabueso el 31 de octubre, por distanciamiento. Estuve allí unos 13 meses, me fui de aprendiz con 54 triunfos y partí junto a tres colegas a Colombia en noviembre del 77. Allí estuve seis años. Colombia siempre ha sido un país que quiero mucho, por su gente y porque allá aprendí mucho de la vida, de jinetes chilenos y de preparadores como don Lisandro Céspedes o José Luis González. Para mí, Colombia fue una enseñanza de vida: me porté mal, aprendí lo bueno y lo malo, y gracias a Dios, cuando decidí irme a Estados Unidos en 1984, con el apoyo de mi primera esposa María, todo cambió”.
—Cuando estaba en Colombia, ¿ya tenía conciencia de su calidad o aún no pensaba en llegar a Estados Unidos?
Los primeros años no. En 1978 vi correr a Affirmed, que ganó la Triple Corona con Steve Cauthen, y pensé: “Guau, algún día voy a llegar allá”. Después vi la película El Campeón, filmada en Hialeah Park, y me prometí que ese sería el primer hipódromo que conocería en Estados Unidos. Y así fue: en 1984 debuté precisamente en Hialeah Park. Colombia me dejó grandes recuerdos y también aprendizajes; quizás, si no hubiera vivido esos excesos, no habría sido el jinete que llegué a ser en Estados Unidos.
—¿Era parte de la historia de José Santos?
Posiblemente, sí. Uno tiene fecha de nacimiento pero no de vencimiento. En ese trayecto se viven cosas malas, buenas y mejores. Lo importante es que hoy, en esta visita, estoy viviendo un gran momento.
—¿Cuándo aparece el jinete que quiere ganarlo todo, que busca ser el mejor del mundo?
Creo que desde niño. Mi padre nos enseñó con mano dura, no solo a mí, también a mis tres hermanos: Pedro, Manuel y Luis Alberto. Todos fuimos muy buenos jinetes, aunque cada uno vivió sus tropiezos antes de enderezar el rumbo.
—La mano dura de un padre no siempre se valora en la juventud. ¿Qué reflexión hace ahora?
Cuando uno es joven cree que es invencible. Hoy, con hijos grandes, me doy cuenta de que la máxima felicidad es ver que ellos son mejores que uno. Eso me llena de gratitud.
—Su mejor año en Estados Unidos fue con 14 millones de dólares en premios, ¿cierto?
Una cifra increíble. Sí, fue récord en esa época. Cada vez que me entra la nostalgia reviso mis apuntes y me sorprende la convicción que tuve para competir y ganar a tantos grandes jinetes. Creo que por eso se me quiere tanto.
—¿Algún sueño como jinete que no haya podido cumplir?
No lo logré todo. Me habría encantado ganar la Triple Corona. Estuvimos cerca, con un segundo lugar que quedó marcado. Fue lo más anhelado para mí en la hípica americana.
—En Chile todos vibramos con esa posibilidad.
Sí, no solo en Chile. En Nueva York también, porque Funny Cide era criado allí. Fueron días inolvidables para todos los que estuvimos cerca de él.
—¿Siempre es grato volver a Chile?
Totalmente. La gente me trata con cariño. Yo siempre digo que los reconocimientos deben darse en vida, porque después ya no sirven. Cada vez que vengo recibo ese afecto y me gustaría que también lo vivieran muchos de los grandes jinetes chilenos de los 80, junto con sus familias.
Deberíamos haber cerrado la entrevista aquí, pero quedaba un tema clave: la década del 80 en Chile, con más de 40 jinetes de primer nivel.
—¿Cómo recuerda esa época?
Fue realmente increíble. Con todo respeto, no creo que muchos de los jinetes actuales hubieran podido competir con ellos. Era una época de inmensos talentos en Chile.


